viernes, febrero 20, 2009

Día 566, jueves

El tipo con el que compartía la carpa que le asignaron se llamaba Willy Pacote y era periodista. Al contrario de Takeshi, Pacote era todo un veterano. El joven ya había tenido acceso a algunos de sus textos gracias a un curso que había llevado en la universidad. Por si fuera poco, Willy Pacote también había sido editor de una famosa revista política que era una suerte de paradigma nacional. Pacote, gran escritor de crónicas, era aquello que Takeshi Kusunoki tanto había querido ser y -¡oh, sorpresa!- se encontraba ahí mismo, huyendo de todo aquello que lo vinculara con el periodismo. Las primeras noches, Takeshi solo lo encontraba en su carpa durmiendo panza arriba, con unas gruesas medias de lana puestas. Por entonces, el novato periodista no quería saber nada de aquel tipo. Al caer la tarde, Takeshi podía encontrar a Willy Pacote escondido bajo la sombra de la carpa central, tomando mate de coca de una taza plateada. Fue casualmente una de ésas tardes cuando Willy lo abordó, llamando a Takeshi con el impersonal: "¡Oye tú, chico!". Willy Pacote se presentó a sí mismo por su nombre y Takeshi recién supo de quién eran aquellas medias de lana tan gruesas que estuvo tentado de arrojar al río. ¿Sabes una cosa?, le dijo Kusunoki una noche. Varias de tus crónicas son las responsables de que yo también me haya hecho periodista. Willy Pacote era de ésos tipos que reciben los piropos con excepticismo. "Así que también eres un escritor frustrado", soltó. "Ojalá nuestros egos quepan en esta carpa tan pequeña". Lo digo en serio, insistió Takeshi, ofendido. "Lo sé, lo sé". Willy Pacote escondió un poco la cara y le dio la espalda. "Éso es lo peor de todo", susurró, antes de sumirse en el más completo silencio.